lunes, 14 de mayo de 2007

Por qué se equivocan quienes niegan la Singularidad

Existen personas que niegan que la Singularidad vaya a producirse, o quienes dicen que de hacerse realidad ésta no se producirá en este siglo, o en las próximas décadas, como algunos creemos.

Existen otras niegan que, incluso el hecho de que se desarrolle una IA simiente, pueda producir esa singularidad o que ésta se produzca rápidamente.

Se equivocan.

Y me gustaría exponer los motivos que me llevan a realizar esta afirmación.

Pero antes de comenzar, querría hacer la aclaración necesaria de que para que la singularidad ocurra, o que ocurra lo que deba ocurrir, es imprescindible que la Humanidad sobreviva. Por ello quizás deberíamos plantearnos qué amenazas hay en el horizonte, y cómo debemos sortearlas y utilizarlas en nuestro beneficio. Debemos establecer un serio debate científico y social internacional sobre temas como el terrorismo, las armas nucleares, los experimentos científicos con nuevas tecnologías, etc.

Dicho esto, continúo.

Llendo más allá de la ley de los Crecimientos Acelerados expuesta por Ray Kurweil, que dice que la velocidad de manejo de información y cambio tecnológico se dobla cada vez en menos tiempo desde el principio de la aparición de nuestro planeta, me gustaría dar una serie de ideas más intuitivas que científicas de porqué una persona de "letras" como yo cree que la Singularidad se producirá en pocas décadas.

Uno de los argumentos que suelen hacerse contra las predicciones de Kurzweil y Vinge es que el hombre siempre ha sobreestimado su capacidad de gestionar proyectos, y los logros que realizaría en el tiempo.

Esto es así cuando nos fijamos en predicciones puntuales.

Como las famosas predicciones de Asimov (public. en ¿Hay alguien ahí de PLAZA & JANES, 1988) de que en el 2014 existiría un sistema de transporte de correo basado en tubos de aire comprimido ultrarápidos (la realizó en torno a 1.964) y que en esta misma fecha el hombre tendría una colonia en la luna y un par de plantas de fusión.

Analicemos estas predicciones y porqué todo apunta a que fueron errónenas. Empecemos por las dós últimas.

La energía de fusión es una quimera de forma comercial por lo menos durante la primera década del siglo si seguimos a este ritmo de desarrollo. Cierto es que en pocos años contaremos con el ITER, y que, salvo sorpresas este tardará década en demostrar una viabilidad económica. De la misma forma, parece que la idea de una colonia en la luna en 2.014 no será posible a menos que China nos dé una alegría.

Sin descartar estas sorpresas, podemos decir que estas predicciones son erróneas por motivos meramente económicos y sociales. Nadie duda de que si Estados Unidos y Rusia hubiesen seguido con su carrera espacial al ritmo que lo hacían en la década de los sesenta, ahora mismo ya habría colonias humanas en la luna, y posiblemente en Marte.

De la misma forma, el lento desarrollo de la fusión fría se debe más a intereses económicos y empresariales que a un lento progreso de la capacidad humana.

Es decir, son los intereses políticos y económicos del momento quienes dictan el lento discurrir en algunos campos tecnológicos.

¿Es posible que esto ocurra en el desarrollo de la IA?

Quizás, pero no parece probable. Primero, porque cualquier intento de detener el desarrollo técnico y tecnológico en informática, redes, nanotecnología y biotecnología supondría parar inmediatamente el beneficio empresarial. Quizás pueda frenarse, imponiendo un desarrollo más lento de estas ciencias, con menor investigación, incluso limitando el acceso del público a estas tecnologías, pero a medio plazo esta política desembocaría en el fin del capitalismo, por lo que no parece muy probable.

Es más, con la pujanza de China, India, Irán, Brasil y de nuevo Japón, en estos y otros campos, si Occidente detuviese o ralentizase su investigación en alguna de estas áreas, como lo ha hecho en biotecnología y en menor medida en nanotecnología, pronto se vería superado por estas nuevas potencias. Este hecho serviría para cambiar radicalmente el panorama económico mundial, como en su día lo hicieron otros avances técnicos que dieron un papel dominante a occidente.

Ningún líder en su sano juicio renunciará, u obligará a sus empresas, a renunciar al desarrollo de estas nuevas tecnologías, a las ventajas competitivas que de ellas se derivan y a vender los productos que con ellas se produzcan.

Es más, incluso si todas las naciones y empresas del mundo se pusiesen de acuerdo en detener el progreso en determinadas áreas, aun a riesgo de destruir el sistema económico, siempre existiría la posibilidad de que hubiese algún científico, algún laboratorio o un estudiante universitario que crease una tecnología revolucionaria y les arrebatase la riqueza de la misma forma que Google ha hecho en la última década.

¿Alguién cree que si Bill Gates hubiese imaginado lo que iba a pasar hubiese dejado de invertir en las áreas que ahora Google domina aunque le hubiesen dicho que no era conveniente porque ponía la información en manos de la gente?

Lo que tenga que ocurrir técnicamente, ocurrirá. Nunca un aforismo ha estado más vigente.
En cuanto a la predicción de los tubos de aire comprimido, bueno, creo que queda claro que Asimov, con toda su clara presciencia, se equivocó...¡quedándose corto!

Y es por algo muy sencillo, porque nadie podía imaginar en 1.964 que los ordenadores iban a hacer lo que iban a hacer.

Siempre hemos tenido la idea de robots, calculadoras super potentes, fábricas automatizada, inteliencia artificial, pero las limitaciones de visión de cada época hacían que fuese muy difícil (no imposible, algunos lo hicieron) cosas como Internet. Es deicr, nadie contaba con este desarrollo tecnológico porque no hacía falta para la visión que teníamos del futuro.

De la misma forma, se ha demostrado totalmente falsa la idea de que ahora todos los grandes descubrimientos los hacen grandes empresas y laboratorios. Primero, porque internet y los ordenadores han puesto en nuestras manos las herramientas para que nuestras mentes puedan competir, y superar, el producto de docenas de empresas, como han demostrado Bill Gates, los creadores de Google, Linux, Internet, etc., etc., etc.

Segundo, porque ahoa más que nunca cada uno de nosotros puede contribuir al desarrollo científico desde casa de forma no sólo directa, sino indirecta, a través de las redes de computación distribuida.

En definitiva, las predicciones no siempre se cumplen, pero cuando no lo hacen, suele ser porque la persona que las realiza no tiene una formación científica, porque no tiene en cuenta variables aleatorias que pueden desviar sus predicciones (a más) o porque no toma en consideración poderosos intereses económicos y sociales.

Otra de las ideas intuitivas que creo que serán fundamentales para que alcancemos la singularidad será el alargamiento de nuestra esperanza de vida. Cada vez más, viviremos más tiempo y en mejores condiciones. Lo que hasta ahora era una pérdida de experiencia, ahora se convierte en una reserva de conocimiento para una sociedad técnica basada en el desarrollo y en las experiencias personales.

Por otro lado, también se achaca al desarrollo técnico y al crecimientode la información almacenada que esta información es, en muchos casos, inútil, está mal organizada, o es directamente falsa.

Manejar esta información, localizarla, gestionarla y hacerla útil consumiría tantos recursos, dicen, que ralentizará el desarrollo de IA´s.

Sin embargo, ese es precisamente el punto fuerte de la teoría de la Singularidad. Esa información inútil es, en realidad, un pedazo de bits que tienen un valor para alguien.

Por ese motivo, han surgido programas y herramientas capaces de gestionar mayores volúmenes de información, algoritmos de búsqueda y empresas dedicadas a ello. Por ese motivo se está desarrollado la Web 3.0, y toda una nueva generación de buscadores.

Esa necesidad de encontrar información, de saber, ha creado una generación de buscadores que nos permiten acceder a esa información de formas que hace diez años apenas soñábamos.

¿Y si además de acceder a ella nos ayudasen a saber lo que queremos? ¿Lo supiesen ellos por nosotros y nos facilitasen las búsquedas? Parece que si a Humanidad sobrevive unos años más contará con estas herramientas, más "inteligentes" gracias precisamente a esa necesidad.

¿Qué pasará cuando el mundo cada día más complejo nos plantee problemas que no seamos capaces de resolver cada día sólo con información? ¿Desarrollaremos herramientas que nos ayuden a pensar?

Otra de las críticas a la singularidad, es que existen límites al crecimiento tecnológico. Parece que en 15 ó 18 años la Ley de Moore cesará, y siempre existen límites impuestos por la densidad de la luz y la densidad de almacenamiento de los bits.

Sin entrar en el posible desarrollos de nuevas tecnologías, nanotecnologías ni de ordenadores cuánticos y ópticos, me planteo si quienes achacan estos límites se han planteado los la potencia de los límites que imponen.

En 18 años, los ordenadores serán entre 500 y 1.000 veces más potentes que ahora. Las redes de telecomunicaciones inalámbricas (a una velocidad mucho mayor que ahora) cubrirán el mundo de forma wireless, los discos duros serán capaces de almacenar las vidas de toda una familia en su interior y el volumen de información y conocimiento volcado en la red será tal que el actual parecerá de risa.

Y eso, repito, sin contar con saltos espectaculares o incrementos drásticos en tecnología. Si antes no nos destruimos, claro.

En cuanto a la complejidad de las áreas tecnológicas y técnicas, que requiere más años de estudios, mayor especialización, y dificulta según algunos, las sinergias técnicas y la convergencia de tecnologías, bueno, baste decir que el hueco entre dos disciplinas siempre es llenado por gente que conoce algo de las dos, no tanto como los especialistas de ambas, pero sí lo suficiente como para que ambas disciplinas puedan trabajar conjuntamente.

Más aún cuando las herramientas informáticas cada día failitan más el desarrollo de trabajos en equipo multidisciplinares, soslayando estos y otros problemas como la distancia, el idioma, etc.

Esta barrera idiomática (y cultural) es otro de los argumentos con los que se pretende argumentar contra el desarrollo de la Singularidad. Para los usuarios del traductor de Google queda muy claro que en pocos años este campo ha avanzado lo suficiente como para sorprendernos muy gratamente.

Es posible que en quince años contemos con teléfonos móviles capaces de traducir instantáneamente a nuestro interlocutor en cualquier idioma del mundo.

Otra barrera sería la energía, pero sinceramete, con el fin de la era del petróleo y el cambio climático a las puertas, si el ser humnao logra soslayar este negro panorama será mediante la fusión fría, la pila de hidrógeno y las energías alternativas, con lo que la energía a nuestra disposición se incrementará exponencialemente si pasamos las próximas décadas.

No quiero terminar sin recurrir a la mayor baza de quienes pensamos que la Singularidad es posible e inminente si el ser humano no desencadena una catástrofe, la convergencia tecnológica.

Los progresos de las próximas décadas en materias como la IA, las redes de telecomunicaciones, la computación, la física, la industria aeroespacial, la nanotecnología, la robótica, la biotecnología, los nuevos materiales, las tecnologías de la información, el harware y el software, etc. serán tales que nos maravillarán a todos, pero no serán nada cuando todas ellas comiencen a potenciarse mutuamente, desarrollando progresos comunes en áreas convergentes.

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